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DIMENSIÓN Y TONO, LAS DOS CARAS DE LA IMAGEN DIGITAL

Adentrarse en el mundo del retoque fotográfico digital es como pasear por un jardín. La variedad de herramientas y comandos puede desorientarnos al punto de buscar refugio en unas pocas y tardar mucho tiempo en explorar y descubrir otras. Quizá lo más básico para empezar a poner orden en este caos sea diferenciar el dominio dimensional y el tonal. En la práctica nos ayudará a decidir lo que vamos a hacer, y sobre todo tener claro en qué orden lo haremos.

La mayor parte de los manuales de retoque digital obvian esta distinción, pero está en la base de tratados más técnicos, en los que se diferencian conceptos como sampling (muestreo) y cuantization (cuantificación). La experiencia demuestra lo útil y clarificador de saber cuándo nos movemos en uno u otro campo.

Para empezar dando una definición, el campo dimensional es el que afecta al número, orden o posición de los píxeles de la imagen, o sea, a todo lo referente a la división de ésta en unidades organizadas. Por otra parte, el tonal es el que se refiere al color de cada píxel, su valor, su semejanza o contraste con los vecinos, etc.

Aunque hay operaciones en que parecen mezclarse ambos aspectos, a poco que nos fijemos veremos que la mayoría se sitúan claramente en uno de los lados.

Ajustes dimensionales
Este campo es el más definido, y comprende los reencuadres, remuestreos, escalados, rotaciones y volteos. Reencuadrar significa variar el área de la escena que recoge el encuadre, y se hace mediante recorte o con los controles de tamaño de lienzo. El remuestreo aumenta o reduce el número de píxeles que componen el mismo encuadre. El escalado cambia el tamaño superficial para la impresión, variando la resolución. Los volteos y rotaciones múltiples de 90º cambian el orden de los píxeles, y las rotaciones arbitrarias requieren el remapeado de la imagen y por tanto la interpolación de los valores de píxel.

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Imagen original
Recorte
(se suprime parte de los píxeles)
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Reflejo horizontal
(se reordenan los píxeles)

Remuestreo
(cambia el número de píxeles)

Ajustes tonales
Forman este grupo el resto de operaciones posibles sobre la imagen: las que afectan a los valores de los píxeles existentes, manteniendo su posición y tamaño. Ciertamente, en algunos casos está más claro que en otros, por ejemplo: cuando clonamos una parte de la imagen en otra zona, podríamos discutir si estamos trasvasando píxeles o valores de píxel, pero el debate sería intrascendente.

En general, los ajustes tonales no afectan al tamaño informático de la imagen. Son la excepción aquellos cambios de modo que aumentan o disminuyen la profundidad de bits. Tampoco suelen ser reversibles, así que si las decisiones no son lo suficientemente acertadas como para llevarnos al resultado apetecido, las sucesivas manipulaciones del tono pueden degradar la información, al punto de obligarnos a comenzar de nuevo.

Cabe distinguir por otra parte dos tipos de ajustes tonales: los que modifican los valores del píxel independientemente de su posición (mejora global), y los que tienen en cuenta los valores de los píxeles vecinos (mejora local). En el primer grupo están los ajustes básicos relacionados con el histograma: Niveles, Brillo, Contraste, Umbral, Ecualizar, Curvas, posterizar, invertir, etc. En cualquiera de éllos, dos píxeles de igual valor tendrán idéntico resultado.

La mejora local define alrededor de cada píxel una máscara o zona contínua que abarca los píxeles vecinos hasta una determinada distancia. Con los valores de estos píxeles se hacen determinados cálculos que dan el nuevo valor para el píxel central. La ejecución de los cálculos para toda la imagen, en los que dos píxeles idénticos pueden obtener diferente resultado según su entorno, se denomina filtrado. La variedad de filtros disponibles es muy amplia, aunque podemos destacar varias familias, como los filtros enfoque, desenfoque o distorsión.

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Imagen tratada con curvas.
Los cambios dependen del valor
de píxel, no de su situación
Filtro "Máximo" con valor de radio 2.
Cada píxel adopta, canal por canal,
el valor máximo entre sus vecinos

Un poco de orden
Es común en las rutinas de trabajo profesionales separar lo dimensional de lo tonal, ocupándose primero de uno y después del otro. Cuando se tratan fotografías para trabajos diversos de impresión, se suele comenzar por reencuadrar y dimensionar. Es lógico descartar primero las partes de la imagen que no interesan, para que no influyan en un posterior ajuste de niveles. Sin embargo cuando se procesa una sesión de fotos pensando en hacer luego versiones para el visionado e impresión a diferentes tamaños, lo habitual es resolver los ajustes tonales en un máster, para no hacerlos más que una vez, y definir las dimensiones al hacer copias para cada cosa.

En lo que suele haber unanimidad es en dejar para el final el uso de filtros de enfoque para el realce de los detalles. La máscara de enfoque por ejemplo es muy flexible, pero fácilmente produce cambios drásticos a partir de los cuales se hace difícil prever el efecto de nuevos ajustes.

Otra situación típica es la preparación de imágenes para la web. Suelen darse tanto un reencuadre por recorte como una fuerte reducción del tamaño en píxeles. En este caso puede ser provechoso reencuadrar al principio pero dejar el remuestreo para el final, ya que los ajustes tonales sacan mucho más partido de una imagen con bastante información, y los filtros de enfoque también. El suavizado que produce un remuestreo fuerte puede contrarrestarse mucho más eficazmente con una máscara de enfoque previa que con una posterior, aunque puestos a afinar, es buena estrategia aplicarla sistemáticamente antes, y más suavemente después.

 

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