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La Proporción Áurea

Parte III . La Proporción Áurea en Fotografía

La calidad de una fotografía no depende de utilizar o no utilizar un esquema compositivo, pero una estructura acertada puede ayudar eficazmente a transmitir de forma clara la sensación que pretendemos. Entre los aspectos formales, el manejo de la proporción está muy relacionado con el encuadre, y menos directamente con otros como la perspectiva. Hay que recordar que otros factores de los que hoy no hablamos son más importantes en la interpretación de la imagen: la luz, color y contraste, que son aspectos tonales, y sobre todo los narrativos: el tema, las figuras, sus actitudes y relaciones.

Ya vimos cómo sus propiedades geométricas hacen de la razón áurea algo bastante más interesante que una división simple. Con élla podemos establecer una asimetría donde las partes siguen compartiendo un sentido común, el de una progresión geométrica. Cualquiera entiende que en el momento de la toma uno no puede ponerse a hacer cálculos geométricos -si que se hacen para ajustar el encuadre después- ni es esa la forma natural de hacerlo. Mucha gente calcula fácilmente los tercios del encuadre desde el visor. Resulta fácil porque estamos acostumbrados a ver cosas divididas en partes iguales. Si pretendemos aplicar proporciones dinámicas, como la razón áurea, lo que hay que hacer es pensar en élla, buscarla en imágenes ya hechas y experimentarla en los reencuadres, y sin darnos cuenta nos iremos familiarizando con élla y llegaremos a reconocerla a simple vista.

Buscando ejemplos podemos descubrirla en imágenes de grandes fotografos en los que la composición es un aspecto primordial. Igual que en pintura, aparece unas veces dividiendo el espacio, y otras situando elementos principales. La relación áurea entre los elementos de la escena y la antropometría no tiene aquí interés, pues en la mayoría de los géneros fotográficos es fortuíta. Salvo en fotografía de estudio un fotógrafo no "sitúa" los elementos, aunque se puede hacer mucho sabiendo "situarse" uno mismo.

Vamos a ver algunos ejemplos en los que el fotógrafo, conscientemente o no, "se lleva bien" con la razón áurea:

Cómo no, tratándose de composición, Cartier-Bresson:

Incluso en fotógrafos como Man Ray, que usan encuadres muy cerrados sobre una única figura, con lo que la partición del espacio apenas tiene relevancia, encontramos algunos ejemplos, como el retrato de Marcel Duchamp (pintor que lideraba un grupo dentro del Cubismo llamado "Sección áurea"), o esta otra foto de Lee Miller:

Más actual, es este espectacular Swiftcurrent Lake, de Bruce Barnbaum:

O alguna de las exquisitas composiciones de Dan Burkholder, como estos botes de Nepal:

Nótese que todas son composiciones simples y de mucho impacto visual. Vemos como la división áurea del formato puede o bien definir las zonas de la imagen, o bien crear puntos fuertes, adecuados para ubicar los centros de interés.

El esquema más simple de división áurea lo dan cuatro líneas divisorias: dos verticales y dos horizontales, cada una divide el ancho o el alto empezando por un extremo o por el otro. Trazandolas todas, cada magnitud se divide en tres zonas. Una zona lateral es sección áurea del resto, y la zona central es sección áurea de cualquiera de las laterales.

Otra división áurea que aparece con facilidad es la que llamamos Raíz de cinco. La relación es la inversa: cada zona lateral es sección áurea de la zona central. El ancho o el alto totales valen Raíz de cinco en relación a esta zona central. Esta partición es ideal cuando queremos despejar el centro de la foto:

Es un esquema con el que me gusta experimentar, incluso he llegado a imprimirlo en adhesivo transparente (el de las carátulas para CDs) para pegarlo en el visor lcd de una compacta digital: